jueves, 17 de abril de 2014

Argumento de Antonio Piñero a favor de la existencia histórica de Jesús




A pesar de la publicación del libro “¿Existió Jesús realmente?” en la editorial Raíces, Madrid 2010, me llueven continuamente las mismas preguntas sobre la existencia histórica de Jesús. Aprovecho estas fechas para resumir mi pensamiento. Tengo tres argumentos que abonan con notable fuerza la existencia histórica de este personaje.

1 El testimonio externo de Flavio Josefo en Antigüedades 18,63/64, el llamado Testimonio Flaviano. En este blog, a lo largo de semanas, F. Bermejo ha dejado bien claro que, eliminadas las glosas de escribas cristianos, el texto no es neutro sino negativo respecto a la persona de Jesús. En esta misma línea he insistido desde hace muchos años en que el inicio de este pasaje, su colocación en una lista de personajes nefastos para el pueblo judío que lo condujeron a la locura de oponerse, cual hormiga, al elefante que representaba el Imperio Romano, es imposible que sea invento de los cristianos. El vínculo de este texto con la descripción del siguiente personaje nefasto para el pueblo judío, indicando más o menos que “otro terrible mal le ocurrió a nuestro pueblo”, vuelve a señalar de nuevo que el personaje Jesús era nefasto a sus ojos. Tenemos aquí, pues, una prueba veraz por el criterio de dificultad.
En esta misma línea considero aceptable el testimonio de Pablo al inicio de Gálatas (1, 18-19) cuando habla de que poco después de su llamada, que ocurrió unos dos o tres años después de la muerte de Jesús, “subió a Jerusalén para conocer a Cefas y no vio a ningún otro apóstol salvo Santiago el hermano del Señor”. De Pablo se ha dicho de todo pero no conozco a ningún autor sensato que haya indicado jamás dos cosas: 1ª que Pablo se inventó un hermano del Señor, 2ª que entendiera “primo” en vez de hermano.

2 El segundo argumento es la construcción literaria de los evangelios, sobre todo los canónicos incluido el de Juan. Me parece imposible un invento literario tan lleno de contradicciones y divergencias, además de que los evangelios presentan inequívocamente la existencia de dos referentes: A) la de un rabino o maestro de la ley fracasado y B) la existencia de un Cristo celestial, que los evangelistas consideran una sola cosa. Naturalmente el Cristo celestial es un constructo teológico pero lo del rabino fracasado parece imposible que sea un invento de una presunta iglesia primitiva o grupo de judíos confabulados para crear un mito literario.

3 El último argumento es el de la “economía”. Para un historiador de la antigüedad produce infinitos quebraderos de cabeza explicar el cristianismo sin la existencia histórica de ese maestro de la ley fracasado; es mucho más económico, sencillo y plausible aceptar la existencia histórica de Jesús que suponer que fue un mero constructo literario.

Naturalmente, la existencia histórica de Jesús como profeta, proclamador del reino de Dios, maestro de la ley, sanador, exorcista, de postura notablemente antirromana, etc. no implica que la transmisión histórica de su figura no haya sufrido múltiples idealizaciones y transformaciones.

Saludos cordiales












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