jueves, 20 de marzo de 2014

EJEMPLO DE SOCIEDAD MATRIARCAL: TUPE


(Experiencia en Tupe, por el Dr. Carlos Pazzaglia Olivares, C.M.P. 25755; RNE 13415.)

Paso a redactar y a transcribir la experiencia del doctor Carlos Pazzaglia Olivares sobre su viaje y estancia en Tupe:

Entre los años 1991 y 1992, realicé el Servicio Médico Rural (SERUMS) en la localidad de Pacarán (Sierra Lima-Perú). El área de cobertura incluía la zona centro y sur de Yauyos, dentro de estas localidades, el distrito de Tupe. 

Este pueblo, ubicado a 2830 metros sobre el nivel del mar, se esconde en medio de empinadas y rocosas montañas, bajo la sombra del cerro Tupinachaca. Para llegar a él es necesario recorrer un camino serpenteante, que se inicia en Catahuasi, y después de una caminata que puede tomar de seis a diez horas (25 km) en terreno desértico hay una gran caída de agua y un riachuelo bullicioso. Al llegar, el pueblo parece deshabitado. Las personas van saliendo, al parecer, tras estudiar detenidamente al visitante. 

Tupe presenta un cuadro con muchos elementos difíciles de interpretar, es un pueblo lleno de costumbres ancestrales, algunas muy distintas a la de otros pueblos de la región, con una realidad social bastante dura, pero con una gente y una historia maravillosa. 

Para muchos, lo que más caracteriza a los tupinos es su lenguaje: el jaqaru (kawki)

Es la única población que lo habla. La población no supera los ochocientos habitantes, ancianos y niños en su mayoría. Los jóvenes emigran a las ciudades más desarrolladas para completar sus estudios. 

Todas las mujeres llevan una vestimenta de tela roja con líneas y cuadros negros; sobre la cabeza, un pañuelo rojo, y como calzado, el «sucuy», todo confeccionado en las mismas comunidades. Usan una bella faja en la cintura, así como collares de pita en los que van colgados llaves y medallas. 

Las casas están construidas con piedra y techo de paja, y las cocinas son de leña, sin chimeneas. La quema de leña calienta la casa, generalmente una sola habitación multifuncional. 

Lo más admirable, a mi parecer, y que no solo llamó mi atención y quedó como experiencia única, es que en aquel pueblo se vivía en un matriarcado, es decir, las mujeres realizan tareas que en otros pueblos realizan los hombres (trabajo de la tierra, conducción de ganado, construcción del pueblo, toma de decisiones, etc.). 

Y viceversa, los hombres se encargan de cocinar, lavar la ropa y cuidar a los niños. Tanto es así, que al llegar al pueblo para poder realizar nuestras actividades (control de la salud, vacunaciones, etc.) teníamos que pedir permiso y tener la audiencia del Consejo de Ancianas, que eran las que dirigían el pueblo. 

Dentro de la referida experiencia se encuentra una vivida la primera noche en el pueblo. Una mujer estaba en trabajo de parto. Nos permitieron entrar en la casa y vimos a la mujer caminando tranquilamente de un lado a otro de la habitación, pero en una esquina, tendido en la cama y gritando de dolor, estaba el varón; al principio pensábamos que se trataba de una costumbre, pero luego nos percatamos de que ese hombre realmente sufría dolor, estaba diaforético. Quisimos examinarlo, pensando torpemente en un abdomen agudo, pero la anciana que acompañaba en el parto nos dijo que nos tranquilizáramos, que solo era dolor de parto. En los siguientes instantes la mujer se colocó en cuclillas en una esquina y parió al hijo, lo envolvió en un manto y se lo entregó al padre, quien, más tranquilo «después de dar a luz a su hijo», se quedó descansando en la cama, con el niño en brazos, mientras que la mujer salió a alumbrar a la placenta a la zona de cultivo, para enterrar la placenta en la tierra (otra costumbre ancestral relacionada con la fertilidad de la tierra). Después, la mujer continuó con sus faenas diarias mientras que el hombre, más tranquilo, se quedó al cuidado del niño. 

En la actualidad, la «educación» de los jóvenes en otras comunidades, la llegada de la energía eléctrica, el acceso a la televisión y la invasión de las costumbres externas, el comercio, el turismo, el alcohol... están originando profundos cambios y modificando rápidamente la vida de los tupinos.



FUENTE: Frag. del libro EL OBSERVADOR EN BIONEUROEMOCIÓN, pág 57-59, Autor: Enric Corbera, Editorial 
ULM PRODUCTIONS SCP







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