lunes, 6 de agosto de 2012

Insólitas almas con luz

¿Cuánto dolor acumuló mientras el tiempo pasaba y luchaba por cada gramo de su débil cuerpo?


¿Cuánto dolor puede resistir el ser humano? Y no hablo del dolor físico, cuyos límites ya han sido medidos múltiples veces, no en vano la tortura forma parte del ADN de la humanidad. Hablo del dolor sutil, el que anida en rincones insospechados, y retuerce sus garras en la carne trémula de las emociones. Ese dolor que destruye lentamente, y que llega para no irse. Por ejemplo, ¿cuánto dolor puede resistir una niña de 9 años abandonada a la soledad de sus miedos, rechazada por sus padres y destruida en su autoestima, creciendo al amparo de los complejos que habitan en ella? ¿Cuánto dolor puede resistir, en su cama de hospital, luchando contra la anorexia que devora su cuerpo, acompañada de otras jóvenes enfermas que se quedan por el camino, ligeras como el viento, frágiles como el suspiro, tan bellas ante la muerte? María Ferrando vio morir a cuatro compañeras del hospital, sus amigas. ¿Cuánto dolor acumuló mientras el tiempo pasaba, y luchaba por cada gramo de su débil cuerpo? ¿Cuánto dolor, en sus ganas inmensas de amar? 

El sábado la conocí. Ya pesa 43 kilos, y esa es una victoria que puebla sus noches de sueños, quizás una maternidad... Es frágil como todas las mujeres que sufren largamente la anorexia, pero la percibí fuerte como el diamante. Y de esa fortaleza que durante años ha plantado cara al trastorno alimentario que la destruía, ha sacado fuerzas para ayudar a otras personas enfermas. Su fundación AATD, creada en Sant Sadurní, nos reunió a Carles Vidal, de la Elèctrica Dharma, y a servidora para hacernos socios de honor, y nos agasajaron con la delicia del gospel cantado por Essència de Gospel. Una maravilla. Como fue una maravilla conocer a María, luchadora indómita, disconforme con el destino que la enfermedad quería darle, auténtica superviviente. Le dije: "Tienes luz", y me miró con esa carita delgada que aún contiene ojitos de miedo, aunque ya mira altiva. Luz. Hay gentes con luz, en este mundo de monas. Gentes buenas, cuyo extremo sufrimiento lo convierten en bálsamo para otras víctimas. Gentes que no tienen casi fuerza, pero se agarran al endeble hilo que les queda, y lo multiplican para los otros. Gentes que aman como nadie, incluso cuando no son amadas. Ahora María lucha para que haya más psicólogos en los CAP, y ofrece su asociación como un clavo de estima para las víctimas de estos trastornos. Es una enferma, pero es, también, una vencedora, y por ello mismo, su lucha es un ejemplo. ¡Qué terrible enfermedad, la anorexia! Monstruo de los miedos de nuestros jóvenes, su voracidad es extrema. ¡Mueren tan inútilmente! Preguntarse, en este caso, si hacemos lo suficiente, es un exceso retórico. Hacemos lo mínimo, quizás porque la anorexia nos mira directamente a la cara y nos recuerda nuestras miserias. El sufrimiento es individual. La derrota es colectiva. 


Pilar Rahola
La Vanguardia. Barcelona. 
22/09/2009



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