viernes, 27 de mayo de 2011

UNA CONCEPCIÓN CONDUCTUAL DE LA MOTIVACIÓN EN EL PROCESO TERAPÉUTICO

María Xesús Froján, Manuel Alpañés, Ana Calero e Ivette Vargas de la Cruz
Universidad Autónoma de Madrid

El concepto de motivación es uno de los grandes clásicos de la psicología y su uso como explicación del comportamiento de las personas se ha extendido al lenguaje cotidiano, de manera que en la actualidad forma parte de los términos habituales que la gente utiliza para entender o predecir cómo se comporta o se comportará alguien (un niño, un deportista, un profesor) en una situación determinada (de estudio, partido de baloncesto, impartiendo una asignatura). Tanto en este uso cotidiano del concepto como en la tradición psicológica más clásica, la motivación se ha entendido como algo situado dentro de la persona, que podría explicar algunos comportamientos y tener un papel causal sobre la conducta manifiesta de cambio. En general, la motivación se infiere a partir de la observación del comportamiento de una persona (en el mejor de los casos) o, sobre todo, de sus respuestas en una entrevista o cuestionario, para inmediatamente convertirse en la explicación causal de ese comportamiento.

Frente a esta perspectiva, el análisis de la conducta ha formulado el concepto de operación de establecimiento (Keller y Schoenfeld,1950; Michael, 1982, 1993)como estímulo u operación ambiental, lo cual, a pesar de los problemas que pueda presentar este concepto, permite conceptualizar la motivación sin recurrir a inferencias y la hace susceptible de ser estudiada desde un punto de vista conductual.

Nuestra propuesta es considerar como operación motivadora un cambio en el ambiente o el organismo que temporalmente altera las funciones de los estímulos y los parámetros de una respuesta aprendida para una secuencia determinada que permanece constante. Hablaríamos de operación motivadora como alteradora de funciones cuando se puedan constatar cambios en la funcionalidad de los elementos de una determinada secuencia para los que no se puedan asumir procesos de aprendizaje pavloviano u operante. Por otra parte, hay que insistir en que la operación motivadora en ningún caso sería un concepto explicativo sino descriptivo de esos cambios que se producen.

Los efectos de una variable motivadora serían diversos y se deberán determinar para cada secuencia en particular. Con respecto a los estímulos antecedentes, la operación motivadora puede alterar la capacidad elicitadora de un estímulo incondicionado o condicionado y la capacidad evocadora de un estímulo discriminativo. Con respecto a los estímulos consecuentes, la operación motivadora puede alterar la efectividad del estímulo como reforzador o castigo y, con respecto a las respuestas, puede alterar los parámetros –frecuencia, latencia, intensidad y duración– de una respondente o de una operante. Así, no sería una variable antecedente sino una variable contextual en cuya presencia se produce o no una determinada secuencia conductual.

Ejemplificando en el campo clínico lo expuesto sobre las operaciones motivadoras, las verbalizaciones del terapeuta destacando la importancia de mantenerse ante un estímulo discriminativo que elicita la respuesta de evitación pueden reducir el valor discriminativo del mismo o contribuyendo a que el cliente no salga huyendo cuando aparezca ese estímulo. Por otra parte, la eficacia de una felicitación verbal como un posible reforzador de un esfuerzo deportivo podría incrementarse si el psicólogo señala y analiza expresamente con su cliente cómo tales felicitaciones sólo se dan ante conductas verdaderamente destacables. Y, por último, la utilización de autoinstrucciones que anticipan el reforzador (por ejemplo, el aprobado de un examen) durante la conducta de estudio puede incrementar la duración de la misma. Como se puede ver, durante la intervención clínica, se pueden presentar muchas situaciones que pueden alterar alguno de los elementos de la secuencia conductual cuando ésta ocurre en el contexto cotidiano.

Cabe preguntarse ahora qué hace el terapeuta en la sesión que altere las funciones de ciertos estímulos y los parámetros de respuestas de cambio por parte del cliente, dentro y fuera de la sesión, y aventuramos que el terapeuta al ‘motivar’ lo que hace es presentar al cliente estímulos que especifican contingencias, alterando las funciones de otros estímulos y los parámetros de respuestas posteriores.

Posiblemente, el elemento clave de la verbalización del terapeuta sea la descripción de la consecuencia de la conducta del cliente. Para ello, nos basamos en los estudios del efecto motivador de la exposición no contingente a un reforzador o a un estímulo condicionado a partir de éste. La presentación verbal de contingencias por parte del terapeuta es algo que se hace habitualmente en la clínica y, si se estudiasen con detenimiento los efectos que sobre la conducta del cliente tienen dichas verbalizaciones, posiblemente, se avanzaría mucho en el conocimiento de cómo motivar al cliente en terapia. Podemos poner múltiples ejemplos que cualquier clínico asumiría como propios: avisar de lo que va a sentir el cliente al exponerse ante un estímulo condicionado de malestar cuando tenga que iniciar una conducta de aproximación hará ésta más probable; señalar los efectos inmediatos y los beneficios de la relajación aumentará las posibilidades de que el cliente aplique en el entrenamiento de la misma; describir las consecuencias insanas de seguir vomitando en un problema de bulimia aumentará el poder discriminativo de los estímulos asociados a la conducta incompatible con vomitar; hacer que el cliente visualice y describa lo bien que se sentirá después de ir al gimnasio, cuando se está poniendo en marcha un programa de incremento de actividades, aumentará la posibilidad de que, efectivamente, lo haga en el momento convenido para ello.

En definitiva, proponemos el análisis de la motivación en terapia centrándonos en el estudio de cómo se alteran determinadas funciones a través de las verbalizaciones del terapeuta, en lugar de inferir estados internos en los clientes que acaban conduciendo a explicaciones tautológicas.

El artículo original al que pertenece esta noticia puede encontrarse en la revista Psicothema:
Froján Parga, M. X., Alpañés Freitag, M., Calero Elvira, A. y Vargas de la Cruz, I. (2010). Una concepción conductual de la motivación en el proceso terapéutico. Psicothema, 22(4), 556-561.


FUENTE: INFOCOPONLINE

















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