Mª Isabel Comeche Moreno, Alejandra Martín Fernández, Mª de la Fe Rodríguez Muñoz, José, Ortega Prado, Marta Isabel Díaz García y Miguel Ángel Vallejo Pareja


Universidad Nacional de Educación a Distancia

La fibromialgia es un síndrome de dolor crónico cuyo diagnóstico está basado en la presencia de dolor en al menos 11 de los 18 puntos sensibles predefinidos (Wolfe,Smythe, Yunus et al., 1990) por la bibliografía especializada en la materia. Los últimos informes de prevalencia publicados cifran la presencia de este síndrome en España entre un 6% y un 14% de la población. Estos datos ya hablan por si solos de la importancia del problema.

Ahondando en los problemas que conlleva vivir con este trastorno, los pacientes con fibromialgia presentan ansiedad y/o depresión en mayor proporción que la población normal. Por ejemplo, Bennett (2002) mostró que, en un 60% de los pacientes, la fibromialgia también cursa con depresión. Respecto a la ansiedad, los datos parecen indicar que más de la mitad de las personas diagnosticadas de fibromialgia sufren algún tipo de problema de ansiedad (Guitart, 2000). Ello hace pensar en la necesidad de la intervención psicológica en este trastorno como fórmula necesaria para la mejora de la calidad de vida de estos pacientes.

En este sentido, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado su eficacia en el tratamiento de la fibromialgia. En el trabajo que se reseña (Comeche, Martín, Rodríguez, et al., 2010), se puso a prueba en un grupo de fibromialgia un tratamiento psicológico que tenía por objetivos disminuir los niveles de ansiedad y depresión, incrementar la percepción de autoeficacia de los participantes, combatir su visión catastrófica y, por último, disminuir su percepción de dolor.

La muestra del trabajo que se reseña estuvo formada por 34 pacientes diagnosticados de fibromialgia, todos ellos pertenecientes a la Asociación de Fibromialgia de la Comunidad de Madrid (AFIBROM). La intervención se realizó en un total de 11 sesiones. El grupo empezó con una sesión informativo-evaluadora. Para guiar la intervención, se elaboró un Manual Protocolizado, en el que se especificaban los contenidos y técnicas aplicadas en cada una de las sesiones, así como las tareas que los pacientes debían realizar durante la semana. Además, se ofreció un CD de relajación diseñado exclusivamente para este tipo de pacientes.

La secuencia de aplicación de los diferentes contenidos y técnicas terapéuticas se diseñó para permitir su aplicación de forma gradual (de lo más simple a lo más complejo), integrando en las siguientes sesiones lo aprendido en las previas. El contenido de las sesiones de tratamiento incluía: información sobre la enfermedad y su afrontamiento activo -influencia de diferentes aspectos (tensión muscular, ansiedad, emociones negativas, inactividad, pensamientos negativos, etc.) en el mantenimiento del dolor y otros síntomas asociados a la fibromialgia y el papel de diferentes técnicas psicológicas (relajación, reestructuración cognitiva, etc.) en su afrontamiento-, la recuperación progresiva de actividades perdidas -sobre todo de las más gratificantes y valiosas para cada persona-, mejora de la higiene del sueño y de las relaciones sexuales, manejo de las quejas y demandas asertivas, y mejora de los problemas de atención y memoria.

Se realizó una evaluación post-tratamiento y una sesión de seguimiento a los tres meses de finalizar el tratamiento.

Los datos obtenidos (para una revisión exhaustiva ver: Comeche, Martín, Rodríguez, et al., 2010) permiten afirmar que el programa resultó eficaz para la consecución de los objetivos planteados.

Como conclusiones, en primer lugar, merece la pena destacar la mejoría conseguida en las variables emocionales. Los pacientes, al terminar el tratamiento y también en el seguimiento, consiguieron controlar aquellos aspectos emocionales negativos que estaban dificultando su calidad de vida.

Al finalizar el tratamiento los participantes se sentían más eficaces en el manejo de su dolor, de las actividades físicas y de los síntomas asociados a la fibromialgia. Una parte significativa de esta mejoría se pierde a los tres meses de finalizar la intervención lo que, vendría a señalar la necesidad de realizar sesiones más continuadas de mantenimiento que contribuyeran a consolidar la ganancia terapéutica conseguida durante la intervención. En los pacientes de fibromialgia, la percepción de autoeficacia ha demostrado estar inversamente relacionada con las respuestas emocionales de ansiedad y depresión, como ya hemos puesto de manifiesto en trabajos anteriores del grupo de investigación (Vallejo, Comeche, Ortega et al., 2009), por lo que el incremento en las puntuaciones en autoeficacia encontrado en esta investigación podría estar relacionado y haber influido en la disminución encontrada en esas dos variables emocionales.

Combatir la visión catastrofista de los pacientes de fibromialgia sólo se ha cumplido parcialmente, al no mantenerse en el tiempo los resultados obtenidos, por lo que se vuelve a poner de manifiesto la necesidad de hacer sesiones de seguimiento a los pacientes para consolidar los resultados obtenidos.

Todo ello redunda en la importancia de, en primer lugar, realizar intervenciones psicológicas en estos pacientes en las que no sólo se trabajen los aspectos más emocionales sino también la percepción que tienen los sujetos sobre sus capacidades en general y de la percepción sobre el control y el manejo de sus recursos para controlar los síntomas de la fibromialgia, además de tratar de eliminar el catastrofismo. En definitiva, se trata de hacerles ver que tienen recursos para mejorar y controlar su dolor y que la vida sigue teniendo sentido a pesar de la fibromialgia.


Fuente: Infocoponline