miércoles, 12 de noviembre de 2008

La esquinita


Hace muchos años tuve la oportunidad de asistir a un curso llamado "La Emoción de Vender" donde, lejos de hablarnos sobre lo emocionante que podría ser vender, como imaginábamos los asistentes, se hablaba más bien de la importancia del estar emocionalmente bien para poder realizar de la mejor forma posible cualquier actividad a la que nos dedicáramos.

Sin lugar a dudas fue un curso que me impactó mucho y posiblemente la mayor ganancia que saqué de él fue el tema de "La Esquinita".

Con mucho talento, el conductor de dicho curso (que a pesar de ser un excelente y reconocido psiquiatra guatemalteco a quien admiro mucho, debo confesar que ahora mismo no recuerdo su nombre), nos comentaba lo importante que, en los combates de lucha libre, es "La Esquinita"... que es precisamente ese lugar donde entre round y round, va el luchador y su entrenador le prepara un banquito para que se siente y una vez sentado le da lo que necesite: masajes, curaciones, ánimo, indicaciones de lo que debe mejorar, le hace notar las debilidades del rival y cómo, por muy bueno que éste sea, con sus talentos, puede vencerle.

El caso es que en nuestra vida normal, somos como ese luchador, sólo que en nuestro caso la lucha no es sólo con un rival, sino con muchos al día. En el trabajo, en los estudios, en la misma calle, enfrentamos situaciones que nos dejan tocados y al final del día (y muchas veces a medias), nos hace mucha falta llegar a esa Esquinita donde nos den apoyo, palabras de aliento y confianza en nosotros mismos. 

Nos planteaba este psiquiatra que lo ideal, para los que vivimos en familia, sería que fuera nuestra familia esa Esquinita tan valiosa... y claro, también nosotros la suya. Sucede que en realidad a veces la lucha sigue, cuando no se inicia, en nuestra familia y si ya cada mañana sales a la calle llevando a cuestas rounds de casa... es como si a ese luchador, entre round y round, su entrenador en lugar de haberle aplicado ungüentos para bajar la hinchazón, le hubiera dado una patada en el lugar de la herida. 

Claro, no siempre es fácil conseguir que quienes viven con nosotros o los que son nuestras personas más cercanas, entiendan este concepto, muy en especial, porque en el camino del cremimiento interior puede suceder que tus avances no estén siendo compartidos por quienes te rodean... pero si nos proponemos dar un primer paso e intentamos empezar por ser nosotros mismos La Esquinita de esos a quien más amamos... ¡todo es posible!

En todo caso, es bastante importante tener esa Esquinita, en donde sea que la encontremos, al igual que el entender que serla nosotros para aquellos a los que queremos es uno de los mejores regalos que les podemos dar.

Y tú... ¿tienes ya tu Esquinita? ¿Eres La Esquinita de los que amas?

Saludos!

Ivette


Lidia Ivette González Torres / Hipnosis y psicotraining




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