jueves, 6 de noviembre de 2008

La educación: clave de un cambio social imprescindible

Un futuro a toda velocidad

Marshall McLuhan comentaba (en David V. Tansley, 1977:173): “Hoy en día, nadie puede ocupar una posición fija o encontrar una meta fija e inamovible [...] Un joven doctor será tan obsoleto el día en que se gradúe como lo será cualquier ingeniero. Ambos habrán pasado años adquiriendo largos paquetes de datos informativos, mientras viven en un mundo real en el cual existe un mosaico de información moviéndose a toda velocidad”. Esta cita fue escrita antes de 1977, y es hoy aún más verdadera que nunca, al principio del tercer milenio.

Todo indica que la información y los datos son temporales, limitados y de poco interés, más aún si no están contemplados en una rápida dinámica evolutiva e insertados en contextos macro. Por lo tanto, cabe interrogarse si el conocimiento impartido y los temas estudiados son interesantes y útiles para el estudiante ¿los goza? ¿le emocionan? ¿puede aplicarlos en algo, en el presente y el futuro? ¿necesita realmente profundizarlos, o es suficiente que sepa dónde conseguir dicha información? ¿le hacen crecer como persona?

Así que, hoy en día, más importante que la información per se, son:

- las facultades y destrezas en conocimientos de procesos y métodos para buscar la información y extraerla correctamente;

- discernir y comprobar si la información es
 útil o no, verdadera o no;

- procesar y organizar la información sin abrumarse;

- y tener la capacidad de plasmar la información en un resultado final, es decir, desarrollar la facilidad de concretar, “precipitar” algo abstracto hacia algo concreto y útil.



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Aprendizaje integral

Además, el aprendizaje intelectual es válido única y solamente si va acompañado por calidades humanas de desarrollo personal integral; es decir, físico, emocional, mental, social y espiritual. ¿Para qué ser un genio, si uno no puede ser primero un ser humano sano, lleno de sabiduría y bondad?

Zachary Lansdowne (1993:50 y 52), desarrollando las “fórmulas” de Alice A. Bailey, dice al respecto: “La educación efectiva debe incluir dos clases de esfuerzos. El primero es impartir conocimientos a los estudiantes en forma de datos e información. El segundo es incentivarles a utilizar sus conocimientos acumulados de tal manera que tengan una experiencia práctica y crezcan en entendimiento”. Y luego enfatiza la importancia de que los estudiantes vean la verdad por sí mismos, puesto que “a través de este proceso, obtendrán a la vez conocimiento de primera mano y sabiduría. El conocimiento de segunda mano es teórico y basado en la confianza y en la inteligencia de otros, pero el conocimiento de primera mano es comprobado y basado en los hechos. La sabiduría es una extensión del conocimiento de primera mano. Es el poder de entender el significado que reside detrás de los hechos observados más el poder de aplicar estos hechos de manera práctica”.

Finalmente Landsdowne (ídem: 54) advierte que, por el contrario, una educación teórica, basada solo en leer y escuchar instrucciones, “es una manera de escapar de la realidad [...], es tener la ilusión de progreso sin pensar para llevar las cosas a cabo”, y que la verdadera educación es la “que provoca cambios en la vida del estudiante”.


Fuente: Alberto Salvia Martin / Meditaciones




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