domingo, 30 de noviembre de 2008

El cuento de la oruga


Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un erizo:


            -¿Hacia dónde te diriges?- le preguntó.


            Sin dejar de caminar, la oruga contestó:


            -Tuve un sueño anoche; soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.


            Sorprendido el erizo le dijo: ¡Debes estar loco! ¿Cómo podrías llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Una piedra será para ti una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.


            Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.

            Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron al gusanito a desistir de su sueño.


            -¡No lo lograrás jamás!- le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.


            Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar.


            -Estaré mejor- fue lo último que dijo, y murió.


            Todos los animales del valle por días fueron a mirar sus restos, los del animal más loco del pueblo. Había muerto por querer realizar un sueño irrealizable.


Una mañana que estaban todos congregados en torno a aquello que se había convertido en una Advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco fueron saliendo las hermosas alas multicolor de una mariposa.


            Todos sabían lo que iba a hacer: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, había muerto y había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado.

 

            Dios no nos hubiera dado la posibilidad de soñar, si no nos hubiera dado la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños...


Si tienes un sueño, vive por él, intenta alcanzarlo, pon la vida en ello y si te das cuenta que no puedes, quizás necesites hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en tu vida y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y circunstancias distintas 

¡lo lograrás!

 

Gentileza de Elisabet de Almeria