sábado, 24 de noviembre de 2007

De la utilidad de los enemigos


El hecho de tener amigos es considerado como uno de los mayores bienes de la existencia y, verdaderamente, nada es tan precioso como la amistad.

La dificultad está sin embargo, en que no siempre se buscan verdaderos amigos sino aliados, a fin de ser uno aceptado y apoyado incluso en sus malos aspectos. ¿Conocéis a muchas personas que acepten que sus amigos sean totalmente sinceros con ellas y no aprueben, en modo alguno todo lo que dicen o hacen? A la menor crítica se sienten traicionadas y se enojan.

Todo el mundo sabe que si se quiere ganar los favores de alguien, hay que aprobarle, hacerle cumplidos, adularle. Es por ello que o bien porque rechazan oír la verdad, o bien porque no tienen ningún interés en decirla, vemos a un montón de gente que pasa su tiempo engañando y engañándose.¡Y todos se imaginan que así serán felices! Pues bien, no, porque esas cosas no son más que manifestaciones de la naturaleza inferior que sólo puede traerles complicaciones y decepciones.

Quien quiere evolucionar verdaderamente no engaña a los demás y, sobre todo, acepta las observaciones y las críticas. E incluso, si es realmente sabio comprenderá que es útil el hecho de tener enemigos ¿Por qué? Para poder progresar. Me diréis: “Pero enemigos ya se tienen, a veces incluso demasiados” Sí, se tienen, pero no se saca de ellos ningún provecho, porque no se ha comprendido aún como considerarlos.

Si comprendéis bien las cosas, veréis que ellos son vuestros verdaderos amigos. Porque son despiadados; no os perdonaran nada; os indicarán todo lo que no va bien. Me diréis: ¡Pero a menudo exageran! Sí, es verdad, pero esto no cambia la cuestión os sirven de microscopio y a veces son muy útiles los microscopios; ¡los científicos se sirven de ellos todos los días! Permiten ver detalles que, sin ellos, pasarían desapercibidos.

Por tanto, si queréis verdaderamente vuestro progreso, debéis aceptar que, para ello, vuestros enemigos son a menudo más útiles que vuestros amigos. Son ellos quien os obligan a trabajar, a corregiros, a encontrar soluciones a los problemas que os ponen y así, gracias a ellos, os hacéis más fuertes, más inteligentes.

Hay que comprender bien la función de los enemigos. Si no se la comprende, se detestan, se sufre, se busca venganza, desembarazarse de ellos y entonces, ¡cuántas energías y tiempo perdido! Y sin embargo, incluso entre las personas más inteligentes se constata que muy pocos pueden aceptar a los enemigos; la gran mayoría nadan en la debilidad.

No se dan cuenta, de que, con sus amigos y todos sus cumplidos, se vuelven cada vez más débiles y vulnerables. Pues bien, os diré que, si he aprendido algo importante en la vida, es apreciar a mis enemigos. Sí, me han prestado grandes servicios. ¡Ah, los enemigos son algo importante! Desgraciadamente, nunca se les aprecia en su justo valor.Se erigen estatuas a aquellos que se consideran benefactores. Porque han salvado la patria o han descubierto vacunas, porque han sido grandes poetas, grandes filósofos, etc., se les pone en un pedestal. Y con razón, sin duda alguna; no digo que se les haya que deshonrar.

No obstante, creo que a nuestros enemigos deberíamos erigirles las más bellas estatuas ya que ellos son nuestros verdaderos benefactores: gracias a ellos podemos ser más precavidos, más inteligentes, más pacientes.

¿Os parece que esto no es serio? Bien, da lo mismo lo que os parezca. Pero intentad por lo menos reflexionar un poco sobre lo que os digo: no huyáis de vuestros enemigos, no los detestéis, antes bien preguntaros como se puede utilizar. Se realizará entonces todo un trabajo en vosotros.Con un gran ideal y el deseo sincero de progresar recibiréis el saber y la fuerza para utilizar todos los obstáculos que vuestros enemigos ponen en vuestro camino como escalones que os permitirán subir a los más alto.



“Las semillas de la felicidad” Pag. 175-178, editorial prosveta Omraam Mikhaël Aïvanhov

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